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SOSTENIBILIDAD| 18.10.2022

“Tenemos una actitud muy negativa hacia la propia idea de envejecer”

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Entrevistamos a Adrita Bhattarchaya-Craven, la directora de Salud y Envejecimiento de la Asociación de Ginebra (GA), la agrupación global de las aseguradoras, que organizó junto a MAPFRE una conferencia en Madrid sobre los efectos del incremento en la esperanza de vida.

ADRITA 352Bhattarchaya-Craven subraya que la longevidad es ya una realidad: en el mundo hay más mayores de 60 años que niños menores de cinco; los mayores de 60, que actualmente son 1.000 milones de personas, se doblarán hasta más de 2.000 millones en 2050; y la esperanza de vida en el mundo ha pasado de los 53 años en 1960 hasta los 73 hoy en día, y eso es solo la media.

Mientras que el ritmo de mejoras en la mortalidad se ha reducido en los últimos años, Bhattarchaya-Craven cree que la longevidad puede ser un importante vector de crecimiento económico, un fenómeno que MAPFRE lleva tiempo estudiando y ofreciendo una visión positiva de él a través de su Centro de Investigación Ageingnomics. Además, la experta en políticas sanitarias defiende que la salud tiene que pasar de los hospitales a la atención primaria, y que es necesaria una mayor prevención para poder controlar los riesgos de vivir vidas más largas.

¿Tenemos como sociedad una visión negativa del envejecimiento y la gente mayor? ¿Cree que es necesario un cambio de actitud?

La respuesta corta es sí, tenemos actitudes muy negativas hacia la gente mayor y básicamente hacia la propia idea de envejecer. Pero es un hecho, la gente vive más años, y tenemos que reinventarnos y cambiar nuestras actitudes porque la mayoría de nosotros va a envejecer y todo el mundo tiene derecho a una vida plena tras cumplir 60 años, o lo que sea que consideremos mayor. Entonces, ¿por qué toleramos esta forma de discriminación? Es una pregunta tanto a nivel individual como institucional, porque muchos de nuestros sistemas están diseñados de tal modo que con 60 años ya se es mayor.

No solo es una forma inaceptable de discriminación, también es dañino para la salud global.  Hay estudios en Estados Unidos que muestran que se gastan hasta 63.000 millones de dólares al año debido a que la gente mayor no recibe la atención correcta cuando debería, y luego tienen que ser ingresados o enferman más gravemente, así que acaba siendo más costoso para la economía.

Además, la economía senior ya supone 9 billones de dólares al año, y se prevé que alcance los 15 billones en 2030. Así que ¿por qué lo vemos negativamente y no como un enorme crecimiento potencial? Deberíamos disfrutar esos años extra de vida, que pueden ser vividos con más salud y más prosperidad.

¿Cómo va a impactar el incremento de la longevidad al sector de la salud, en el aspecto médico y en el económico?

Sabemos que las enfermedades crónicas van en aumento. Lo interesante es que no solo están aumentando entre los mayores, también entre población más joven. La medicina ha sido muy útil para mantener a la gente viva más años, pero eso no significa necesariamente que también con más salud.

Si el incremento de las enfermedades crónicas no se detiene, las personas que hoy trabajan van a sufrir más dolencias en la vejez, algo sobre lo que se debería reflexionar. Muchos sistemas sanitarios no están diseñados para tratar las enfermedades crónicas, sino para curar enfermedades. Vamos a vivir más y contraeremos enfermedades vinculadas a la edad con las que vamos a tener que aprender a convivir, mitigándolas mediante la medicina preventiva, porque no van a poder ser curadas en la medida en que nos gustaría.

Imagina a alguien con una enfermedad crónica como diabetes. No puedes “curarlo”, necesita toda una red de apoyo, y esa estructura está fuera del hospital: en el seguimiento de la atención primaria, la atención a domicilio, residencias… Hay que pasar de un modelo de intervenciones a nivel secundario o terciario, altamente costosas, a otro con más prevención y gestión individualizada. No es que no hagan falta los hospitales, por supuesto que hacen falta, pero necesitamos otros elementos para apoyarlos. Y ahí es donde entran en juego los cuidados de larga duración o los profesionales de salud mental, por ejemplo. Es lo que va a decidir si los sistemas sanitarios son económicamente sostenibles, porque tratar todas estas enfermedades como hasta ahora va a ser astronómicamente caro.

¿Qué otros riesgos emergentes para la salud global deberíamos tener en cuenta, además de la longevidad?

Hay muchos, pero para mí destacan cuatro:

  1. Cambio climático.

Es un problema real para la salud. Si miras los números absolutos de mortalidad probablemente no lo parezca, pero es algo engañoso. Primero, porque los métodos actuales de recogida de datos tienen limitaciones, y segundo, porque todavía no sabemos cómo medir el impacto a medida que los eventos extremos climáticos son más frecuentes. Vamos a tener más olas de calor, más incendios forestales o más inundaciones, que tendrán un mayor impacto para los seres humanos. La manera en que las olas de calor en Europa han afectado a los ancianos puede ser solo el comienzo.

  1. Salud mental

Sabemos por nuestros datos que los problemas de salud mental están mucho más extendidos de lo que nos gustaría. Hemos visto sus peores efectos durante la pandemia, especialmente con los trastornos de ansiedad y depresiones entre la gente joven. Y simplemente no nos podemos permitir tener una parte tan importante de la población viviendo así, tanto a nivel individual como social y económico. ¿Qué perspectivas tiene una persona que cae en una depresión profunda a los 40 años? Necesitamos detectar estos problemas y proteger termpranamente a quienes los sufren.

  1. Pandemias

El covid fue un gran shock para nuestros sistemas sanitarios, pero ya hemos visto la reciente publicación de The Lancet (que advertía de que los “enormes fallos globales” en la gestión de la pandemia), y no creo que hayamos aprendido todas las lecciones de ello para prevenir una futura catástrofe semejante. Quizás hemos relajado nuestros sistemas de vigilancia demasiado rápido, hemos tenido un debate terrible sobre qué países pueden acceder a las vacunas y cuáles no… No hemos solucionado estos problemas, y por tanto no estamos preparados para la próxima pandemia.

  1. Resistencia a los antibióticos

Es un enorme riesgo que estamos ignorando. ¿Nos imaginamos lo que implica no poder tratar una simple infección? Es algo que sucede a menudo, ya se pierden 700.000 vidas anualmente por la resistencia bacteriana, y las proyecciones dicen que podrían ser decenas de millones al año en 2050. Esto podría ser como un covid interminable, pero no se está hablando de ello. Hay mucho desconocimiento y uso indebido de los antibióticos.

¿La economía senior va a ganar importancia? ¿Cómo debería el sector aprovechar esta oportunidad?

Creo que puede ser una gran fuente de crecimiento para nuestras economías, y para ello tenemos que dejar atrás nuestros estereotipos negativos hacia la idea de envejecer. Nuestras investigaciones muestran que nuestros productos todavía se dirigen a segmentos de población más joven, sobre todo en edad de trabajar. Esto podía funcionar así en los 60 o los 70, pero los baby boomers están ya retirados o a punto de hacerlo, y van a vivir otros 20 o 25 tras la jubilación. Tenemos que pensar cómo desarrollar este potencial.

Todavía son relativamente pocos los productos que se dirigen a los mayores de 60, aunque hay muchas necesidades: de salud, de seguridad financiera, de cuidados, reskilling… Hay muchas necesidades que van a emerger, y creo que es ahí donde la protección de riesgos y otros servicios va a ser muy importante.

 

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