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SOSTENIBILIDAD| 23.05.2023

Sostenibilidad en la inversión: qué significa que un fondo sea artículo ocho o nueve

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Los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) son una de las megatendencias más demandadas por los inversores en los últimos años, pero no siempre es fácil delimitar qué empresas cumplen o no los requisitos para ser consideradas sostenibles. Esto ocurre especialmente en el caso de las inversiones con un matiz social, dado que es complicado analizar el impacto de una empresa o política en una comunidad en concreto.

De hecho, existe una confusión enorme entre los distintos conceptos relacionados con este tipo de inversión y que en muchos casos se usan indistintamente a pesar de no ser exactamente lo mismo. Este sería el caso de la inversión responsable, sostenible y de impacto, entre otros.

Para intentar poner un poco de orden en estas clasificaciones, la Unión Europea (UE) aprobó en junio de 2020 la taxonomía de actividades económicas sostenibles, que es una guía “para que inversores y empresas puedan diferenciar qué proyectos afectan (negativamente) al clima y al medio ambiente”, según explica la UE en su página web.

Asimismo, el 10 de marzo de 2021 entró en vigor el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR, por sus siglas en inglés), que se engloba dentro del Plan de acción de la UE sobre finanzas sostenibles. La norma afecta a todas las entidades financieras europeas y tiene el objetivo de que estas clasifiquen los fondos de inversión según el perfil sostenible que tenga cada empresa en la que inviertan.

Este establece una clasificación diferenciada en tres artículos. Los vehículos que se acogen al artículo seis son aquellos que no tienen objetivos de sostenibilidad. En este apartado se pueden integrar aquellos fondos que no hayan tenido consideraciones ESG en el proceso de toma de decisiones de inversión, así como aquellos que incluyan empresas de sectores actualmente excluidos, como el tabaco o la minería de carbón.

Los clasificados por el artículo ocho son aquellos que “fomentan actividades sostenibles”, es decir, invierten en actividades económicas que promuevan las características ambientales y sociales fijadas en el folleto, aunque también está abierto a invertir en empresas que no cumplen con los criterios ESG.

Por último, los vehículos catalogados como artículo nueve son los que tienen un impacto positivo a nivel medioambiental y social que debe ser definido explícitamente. Este artículo concentra los fondos más sostenibles, por lo que las exigencias también son mayores: se debe explicar cuáles son sus objetivos de inversión, cómo pretenden conseguir esos resultados y cómo medirán dichos resultados mediante métricas relacionadas con la sostenibilidad.

No obstante, la regulación en este campo parece no estar ayudando en exceso a la promoción de los vehículos sostenibles debido a la dificultad en la medición del impacto de cada inversión.

“Un factor que no termina de apoyar a los fondos sostenibles es la regulación. Si bien todavía está en pañales, la taxonomía y la clasificación están generando muchas críticas y queda mucho por hacer en ese campo. De hecho, hay aspectos, como la esperada taxonomía social, que resultan muy difíciles de definir y de aplicar en la práctica”, comenta Alberto Matellán, economista jefe de MAPFRE Inversión.

Los inversores quieren invertir en sostenibilidad

La demanda por estos productos no ha parado de subir en los últimos años. En 2021, el volumen de inversión sostenible en España se situaba en 485.809 millones de euros, lo que supone el 65% del mercado y un 10% más que el año anterior, según el informe ‘La inversión sostenible y responsable en España’, publicado por Spainsif.

De esa cantidad, las entidades españolas gestionan 317.350 millones, el 67% del mercado nacional. La asociación, que promueve la inversión sostenible, explica que en las cifras de 2022 se verán impactadas por el estallido de la guerra en Ucrania y la crisis energética que ha provocado.

“Esta situación no puede servir de excusa para dejar de lado la aplicación de estos criterios a la hora de tomar decisiones de inversión. Es más, deberían ser todavía más relevantes para la construcción de cartera con una visión estratégica”, comenta Eduardo Ripollés, director de ventas institucionales de MAPFRE AM.

De hecho, Ripollés considera que 2022 ha servido para “consolidar los criterios, las métricas y los objetivos”, al mismo tiempo que sigue el proceso para establecer una regulación sólida y consistente que ayude a inversores, proveedores y asesores a establecer un ámbito de actuación común.

Matellán añade que los inversores se han vuelto mucho más exigentes con las gestoras. “El cliente exige mucha más explicación y sofisticación. Ahora no basta con decir que eres sostenible, tienes que demostrar al cliente que lo eres y cómo lo haces. Además, la sofisticación se traduce en que el cliente no se conforma con un mero filtro, sino que tiene que comprobar que existe un proceso real de examen de las cuestiones de sostenibilidad, es decir una integración”, destaca.

Mejores resultados

Respecto a los resultados de estos fondos de inversión, el economista jefe de MAPFRE Inversión recuerda que estos abarcan un rango enorme de estrategias diferentes. No obstante, cuanto más integrado esté el proceso los fondos, mejor resistirán en los momentos negativos, así como los sustos o escándalos en las compañías.

“Es importante que, poco a poco, se integren los procesos. Es decir, que la información no financiera se integre con la financiera en un único proceso y no sean dos cosas diferentes y separadas, que acaban llevando a confusión. Es la idea con la que en MAPFRE trabajamos hace tiempo: la inversión sostenible hace que conozcamos más a fondo dónde ponemos nuestro dinero, y por tanto nos hace mejores inversores”, defiende Matellán.

Asimismo, los fondos temáticos parecen mostrar mejores resultados que los genéricos, una visión que MAPFRE comparte. “Tenemos un fondo temático dedicado a personas con discapacidad que está entre los más rentables de nuestra cartera de fondos”, señala Matellán, en referencia a MAPFRE AM Inclusion Responsable Fund.

Conversión de fondos a artículo ocho o nueve

Cada vez son más las gestoras de activos que han decidido hacer cambios en sus fondos de inversión para que estos se adapten a las exigencias del SFDR para el artículo ocho y, en menor medida, para el nueve. MAPFRE está haciendo un acercamiento prudente en este sentido, trabajando para que toda su oferta sostenible crezca, y por eso, ha aumentado su participación en el capital de la gestora de activos francesa La Financière Responsable (LFR) hasta alcanzar el 51%.

“Desde 2017, hemos apostado por la inversión sostenible y LFR cuenta con una experiencia de casi 25 años en este segmento. En estos últimos cinco años, hemos lanzado productos ISR de forma conjunta, que cuentan con la peculiaridad de contar con una metodología propia para la selección final de los valores que forman parte de la cartera de los fondos, algo muy reconocido por nuestros clientes”, señala José Luis Jiménez, director general de inversiones de MAPFRE.

LFR cuenta con dos vehículos clasificados como artículo nueve, LFR Europe Développement Durable ISR y LFR Inclusion Responsable ISR, mientras que LFR Actions Solidaires ISR es artículo ocho.

 

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