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SOSTENIBILIDAD| 02.12.2020

Porque quedarse de brazos cruzados no es una opción

Marta Villalba

Donal Ruane

Hace 365 días os pedimos que hicierais algo. Cualquier cosa. Porque quedarse de brazos cruzados no es una opción.

Los hechos: El cambio climático calienta los océanos y derrite los cascos polares, provocando una subida en el nivel del mar.

Las consecuencias: El aumento del nivel del mar significa que más de 570 ciudades costeras están en peligro, así como la vida de más de 800 millones de personas que las habitan.

Los hechos: el cambio climático contribuye significativamente a la extinción de especies. Un tercio de los corales, mamíferos y un quinto de todos los reptiles, así como la sexta parte de todas las aves están en peligro de extinción.

Las consecuencias: En lugar de perder cinco o diez especies animales al año, actualmente perdemos docenas cada día.

Los hechos: El cambio climático es la consecuencia de emitir a la atmósfera cantidades insostenibles de CO2. En mayo de 2019, los niveles de CO2 alcanzaron las 415 partes por millón. Sin entrar en detalles acerca de la metodología detrás de este cálculo, párate a pensar un momento en la cifra que se considera segura: 350 partes por millón.

Las consecuencias: El cerebro humano activa nuestros músculos respiratorios 20.000 veces al día, intercambiando 500 mililitros de aire con cada respiración. El problema es que el aire que respiramos no está limpio y, a pesar de que nuestro cuerpo se ha adaptado para defenderse de algunos de los contaminantes del aire, no puede expulsarlos todos. Esto significa que algunas partículas dañinas se acumulan en nuestro cuerpo, provocando pequeñas inflamaciones que dañan nuestra salud.

Los hechos: el cambio climático produce más desastres naturales, con una frecuencia e intensidad mayores.

Las consecuencias: La cantidad de incendios forestales y de sequías se ha doblado en los últimos cuarenta años. Las inundaciones y lluvias torrenciales se han multiplicado por dos desde 2004, y las sequías se han vuelto más severas. Más allá del impacto humanitario, las sequías llevan a un menor rendimiento de los cultivos para los agricultores y provocan problemas de escasez de alimentos.

 

En este punto, ¿tenemos tu atención?

Si has leído hasta aquí, es posible que estés pensando que hay poca esperanza de resolver la situación y que el daño es irreversible. Pero no es cierto: hay esperanza y hay tiempo de actuar. Pero solo si hacemos un verdadero esfuerzo y pasamos a la acción ya.

¿Por dónde puedes empezar? 

Echa un vistazo a estos breves vídeos para saber qué puedes hacer tú para luchar contra el cambio climático. Tanto en el transporte, como en tu hogar, como en tu faceta de consumidor, hay cantidad de pequeños gestos que están en tus manos. No puedes cambiar el mundo tú solo. Pero juntos, hoy, podemos cambiar el futuro.

 

El 2 de diciembre de 2019, hace exactamente un año, Madrid inauguró la COP25, la Conferencia para el Clima de Naciones Unidas, que tuvo lugar en la capital española durante dos semanas tras ser reubicada desde Chile.

En primer lugar, vamos a aclarar dos acrónimos que es importante entender:

  • UNFCCC: ​Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático

Este organismo fue creado en 1992 y ratificado por 196 países más la Unión Europea. Su objetivo es desarrollar estrategias conjuntas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a fin de prevenir los peligrosos impactos del cambio climático.

  • COP: Conferencia de las Partes, el órgano supremo de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático

Esta es la reunión anual de la CMNUCC para negociar una variedad de temas, desde la presentación de informes globales sobre los esfuerzos de las naciones contra el cambio climático hasta cómo financiar dichos esfuerzos. También permite a las partes compartir conocimientos y experiencias.

En la apertura del evento, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, preguntó a los asistentes: “¿De verdad queréis ser recordados como la generación que enterró su cabeza en la arena?”

A lo largo de las siguientes dos semanas, y en paralelo a una serie de protestas ciudadanas, la ciudad de Madrid acogió a 27.000 delegados de todo el mundo mientras trataban de sentar las bases para la implementación del Acuerdo de Paris (COP21). En dicho acuerdo se estableció el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, con el fin de evitar los efectos potencialmente catastróficos del cambio climático.

A pesar de ser la conferencia más larga que recordamos, alargándose dos días con respecto a lo planeado, la COP25 no se consideró un éxito. Si bien es cierto que un grupo de países, incluyendo los de la Unión Europea, Reino Unido y otros más pequeños, propusieron tomar medidas más ambiciosas como una reducción mayor de las emisiones, no fueron apoyados por otros países altamente contaminantes.

Esta discordia sirve para ilustrar lo fraccionadas que suelen estar las posiciones en estas conferencias. Muchos observadores señalan esta conferencia como uno de los encuentros más burocráticos y fútiles en años, con agendas bloqueadas por actos protocolarios y retrasos que nos hacen perder un tiempo precioso.

Tal vez, irónicamente, mientras los representantes de cada nación miembro fallaron en llegar a un acuerdo relevante, la COP25 ha tenido éxito en términos de concienciación: durante las dos semanas de conferencia, protestas civiles ordenadas alcanzaron su punto álgido a lo largo y ancho del planeta a niveles que no se recordaban desde el Acuerdo de París en 2015.

La reacción de la opinión pública a la falta de avances y compromisos reales por parte de los representantes políticos reflejó la auténtica naturaleza de la emergencia climática: está en nuestras manos pasar a la acción a nivel individual si queremos frenar los peores impactos del cambio climático, que amenazan la vida tal y como la conocemos.

Por eso, haz algo. Cualquier cosa. Porque no hacer nada no es una opción.