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ECONOMÍA| 18.01.2022

Es el momento de que las finanzas apuesten por la economía verde

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No debería ser necesario presentar a Joseph E. Stiglitz, pero por si acaso recordaremos al lector que este economista y profesor estadounidense ha recibido, entre otros galardones, el Premio Nobel de Economía por sus estudios sobre los mercados con información asimétrica. Publicó ya hace un mes una tribuna de opinión sobre finanzas y crisis climática en el diario El País en la que decía cosas como “El mundo finalmente ha despertado al imperativo existencial de garantizar una rápida transición a una economía verde. Las finanzas jugarán un papel fundamental en ese proceso”, frases con la que arranca su disertación.

A juicio de Stiglitz, aunque ve avances positivos, se siguen financiando inversiones de la industria de los combustibles fósiles. Se trata de inversiones a largo plazo que alimentan la crisis medioambiental. Y que, en el contexto actual, de lucha contra el cambio climático, están abocadas a estancarse, provocando pérdidas para los inversores. En su artículo, Stiglitz advertía de los riesgos económicos de hacer una transición demasiado lenta hacia la neutralidad de carbono, lo que podría acarrear cambios bruscos en los precios de los activos financieros. La crisis económica va a exigir enormes cambios económicos y sociales añadía, para finalizar: “No tenemos otra opción más que cambiar la manera en que consumimos, producimos e invertimos”.

El sector financiero no puede quedarse atrás

El ambientalista Bill McKibben, con una interesante newsletter sobre cambio climático y medio ambiente, comentó hace algunos meses que hay sectores de la industria, como el de la fabricación de automóviles, que ya han comenzado a “descubrir el futuro climático”. Los consumidores no tienen ningún problema en adquirir coches eléctricos si el producto responde a lo que esperan de él. Convendría matizar también que este sector tiene muy claro que la legislación sobre emisiones de gases contaminantes (muy especialmente en la Unión Europea) va a ser cada vez más dura, y no va a dejar excesivo espacio para una marcha atrás en sus decisiones. 

McKibben parece ser de la misma opinión que Stiglitz, ya que afirma que el sector bancario está jugando con dos barajas, con el objetivo de, siempre a su juicio, obtener ganancias económicas tanto de la industria de los combustibles fósiles como del “futuro renovable” en el que poco a poco nos vamos embarcando. Y nos cuenta que el propio presidente Joe Biden ha advertido que la incapacidad de las instituciones financieras para medir los riesgos de una transición necesaria puede poner en riesgo tanto la competitividad de las empresas como el ahorro de las familias. 

Un riesgo al que estamos expuestos ahora mismo es que las apuestas por la economía verde no sean claras o sean demasiado tímidas. O directamente podríamos hablar del greenwashing, ya que vamos a ver cómo algunas empresas toman medidas únicamente cosméticas, con la única finalidad de contentar al usuario/cliente, sin que tengan una utilidad clara en favor del medio ambiente. McKibben pone como ejemplo una entidad bancaria alemana, Deutsche Bank, que por un lado toma medidas de ahorro energético muy timoratas, mientras que, por otro lado, colabora de forma directa con un grupo petrolero y gasístico.

Los criterios ESG o qué puede hacer un pequeño inversor

Quien dice inversor también puede decir ahorrador. ¿Qué es lo que puede hacer un particular si quiere que los productos financieros en los que invierte sus ahorros no acaben teniendo una repercusión negativa sobre el medio ambiente o sobre la sociedad? 

Hablemos en primer lugar de los criterios ESG. Las letras que forman este acrónimo vienen de criterios ambientales, sociales y de gobernanza (en inglés ESG). Estos criterios están ligados a conceptos como responsabilidad social y sostenibilidad, así que las empresas comprometidas con la lucha contra el cambio climático y con la calidad de vida de los integrantes de la sociedad intentan seguir los criterios sugeridos en los tres aspectos contemplados. Los criterios de gobernanza, o de buen gobierno corporativo, quizás los más difíciles de entender a nivel coloquial, serían aquellos que tienen en cuenta, cada vez que se toma una decisión empresarial, a todos aquellos que puedan verse afectados. 

Los criterios ESG sirven también para saber que un proyecto o una inversión está alineada y comprometida con la responsabilidad social y medioambiental. De ahí surge otro término: las finanzas sostenibles, que serían todas aquellas que buscan tener un impacto positivo en el medioambiente y en la sociedad a la vez que obtienen una rentabilidad financiera. Si inviertes en un producto financiero con compromiso ESG estás haciendo una inversión socialmente responsable. Pero no se trata de meras palabras, ya que detrás tiene que haber empresas y proyectos que siguen unos criterios claros que se ajustan a los Principios para la Inversión Responsable (PRI) de Naciones Unidas.

ECONOMIA VERDE

Ya en 2017, el secretario general de las Naciones Unidas António Guterres dijo: “La economía verde es la economía del futuro”. Y en el punto en el que estamos, más que una opción, empieza a ser el único camino viable para la economía, la sociedad y el planeta. Si hablamos exclusivamente de finanzas y mundo empresarial los criterios ESG marcan la senda, pero a un nivel mucho más amplio tenemos los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que marca la Agenda 2030 de la ONU. Es un compromiso de todos.