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SOSTENIBILIDAD | 07.03.2025

Un futuro digital pero desigual para las mujeres

Arantza García

Arantza García

 

A pesar de vivir en una era de innovación tecnológica sin precedentes, la brecha digital de género sigue siendo una realidad para millones de mujeres en todo el mundo. El acceso desigual a la tecnología, la menor presencia de mujeres en los campos STEM y la falta de oportunidades en la industria tecnológica reflejan una estructura que todavía favorece a los hombres en el ámbito digital.

La inteligencia artificial es, de momento, el último gran avance tecnológico de la humanidad. Para llegar hasta aquí han sido necesarios pasos fundamentales como la realización de cálculos matemáticos que permitieron que las computadoras pudieran manejar grandes cantidades de información, la creación de las redes inalámbricas y el desarrollo de los algoritmos. Sin estos avances previos, no habría sido posible llegar hasta lo que es hoy la IA.

Puede que mucha gente que hoy disfruta de su asistente virtual en casa no sepa que Ada Lovelace, en el siglo XIX, imaginó el primer algoritmo programable; que Hedy Lamarr desarrolló el sistema de comunicación que hoy sustenta el WiFi; y que fueron las chicas del ENIAC, como Jean Jennings Bartik y Kathleen McNulty, las mujeres matemáticas que sentaron las bases para la computación moderna.

Sin embargo, su legado no ha sido suficiente para garantizar el acceso equitativo a la tecnología. Como ocurre en muchos otros ámbitos, la contribución femenina ha sido invisibilizada, mientras que el mundo digital ha seguido reproduciendo dinámicas que excluyen o dificultan la participación de las mujeres.

Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, a nivel global, el 58 % de los hombres usa internet, mientras que solo el 48 % de las mujeres lo hace, una brecha que se amplía en las regiones menos desarrolladas. Factores como los estereotipos de género, la brecha educativa en competencias digitales y la falta de modelos femeninos visibles en tecnología perpetúan esta desigualdad y limitan las oportunidades de las mujeres en la economía.

Según el informe Women in Digital Scoreboard 2024 de la Comisión Europea, las mujeres representan solo el 19 % de los especialistas en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la Unión Europea. Además, solo el 24 % de los puestos de liderazgo en el sector tecnológico están ocupados por mujeres.

Tampoco la generalización en el uso de la IA ha resuelto estas diferencias. Según un estudio realizado por el Foro Oliver Wyman, el 71 % de los trabajadores varones de entre 18 y 24 años alrededor de todo el mundo utilizan IA generativa semanalmente. En paralelo, el porcentaje de mujeres que la utilizan es del 59 %. El análisis destaca que, a pesar de que las mujeres representan una parte importante de la fuerza laboral, su uso de herramientas de IA es inferior, especialmente entre las generaciones más jóvenes, lo que podría generar desequilibrios de género en el futuro laboral.

Un futuro digital pero desigual para las mujeres

Así, en un mundo moldeado por avances que no habrían sido posibles sin la contribución de unas mujeres geniales, las oportunidades tecnológicas siguen estando lejos de ser equitativas.

Lo primero que es importante destacar es que estas diferencias no se deben a capacidades innatas, sino a factores socioculturales y estructurales. La neurocientífica Gina Rippon ha dedicado gran parte de su carrera a investigar las diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres. En su libro El género y nuestros cerebros, Rippon argumenta que las supuestas diferencias cerebrales entre sexos son producto de estereotipos y construcciones sociales más que de divergencias biológicas innatas. Utilizando técnicas avanzadas de neuroimagen, ha demostrado que no existen estructuras cerebrales exclusivamente masculinas o femeninas; en cambio, el cerebro humano es altamente plástico y se moldea según las experiencias y el entorno de cada individuo.

No es biología, es la sociedad. Los estereotipos de género han moldeado históricamente la percepción de las mujeres en el ámbito tecnológico, haciéndolas sentir menos capacitadas o bienvenidas en carreras STEM. Desde edades tempranas, la educación y la cultura refuerzan la idea de que la tecnología es un campo predominantemente masculino, lo que desincentiva a muchas jóvenes a especializarse en este sector. La falta de referentes femeninos en roles tecnológicos y de liderazgo profundiza este problema, ya que, sin modelos a seguir, muchas mujeres no ven viable su crecimiento profesional en estas áreas.

Por otro lado, las responsabilidades domésticas y de cuidado, que siguen recayendo de manera desproporcionada sobre las mujeres, limitan su tiempo disponible para la formación y actualización en competencias digitales. En un sector tan dinámico como la tecnología, donde la actualización constante es clave, esta desigualdad de cargas dificulta aún más su participación y acceso a oportunidades de desarrollo. La ausencia de políticas laborales flexibles y programas de apoyo también refuerza esta barrera, impidiendo que más mujeres accedan a la industria tecnológica o que puedan mantenerse en ella después de ser madres.

A nivel global, diversas organizaciones y gobiernos están implementando programas para abordar esta disparidad. En palabras de Reshma Saujani, fundadora de Girls Who Code, una organización que intenta reducir la brecha de género en la tecnología fomentando la participación de niñas y mujeres jóvenes en actividades relacionadas con la programación y las ciencias computacionales, «no se trata solo de enseñar a las niñas a codificar, se trata de enseñarles a ser valientes. La tecnología es el futuro, y las mujeres deben ser parte de ese futuro».

Reshma Saujani: «No se trata solo de enseñar a las niñas a codificar, se trata de enseñarlas a ser valientes. La tecnología es el futuro y las mujeres deben ser parte de ese futuro»

En España existe por ejemplo el programa STEM Talent Girl, impulsado por la Junta de Castilla y León y la Fundación ASTI, que desde 2016 se dedica a inspirar y educar a alumnas desde la ESO hasta la universidad, ofreciéndoles mentorización con destacadas profesionales de distintos ámbitos, talleres, sesiones de shadowing o visitas a empresas.

Pensando en despertar las vocaciones tecnológicas entre las más jóvenes, también es importante el programa #ChicasImparables, impulsado por 50&50 Gender Leadership con el apoyo de empresas como MAPFRE. Diseñado para fortalecer la autoconfianza en jóvenes de 15 a 18 años, la idea es ayudarlas a descubrir sus habilidades y proporcionarles herramientas tecnológicas y soft skills. A través de una metodología participativa, las participantes reciben formación de mujeres líderes en diversas disciplinas, desarrollan proyectos en equipo y los presentan ante un jurado de expertos. Este enfoque busca preparar a las futuras líderes para enfrentar los desafíos del mundo empresarial y tecnológico, promoviendo la igualdad de oportunidades y la diversidad en el liderazgo.

En esta misma línea, la asociación Closing Gap, de la cual MAPFRE forma parte, busca promover la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, para contribuir así a la equidad y al desarrollo y crecimiento económico en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) delimitados por la ONU.

MAPFRE forma parte de la asociación Closing Gap, que busca promover la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, para contribuir así a la equidad y al desarrollo y crecimiento económico.

Hace tiempo que determinadas empresas se esfuerzan por promover esa igualdad en los entornos de trabajo. MAPFRE, por ejemplo, ha desarrollado programas de formación en competencias digitales dirigidos a mujeres, tanto dentro de la organización como en comunidades donde opera, con el objetivo de reducir la brecha digital de género y fomentar la inclusión tecnológica.

También se están fomentando políticas para impulsar que más mujeres ocupen puestos de liderazgo en la empresa; de hecho, el 33,1 % de mujeres ocupa puestos de dirección. Esto es importante porque su presencia ayuda a que el sector tecnológico sea más inclusivo, diverso y justo. Además, cuando las mujeres toman decisiones, se reducen los prejuicios en la creación de productos digitales y se fomenta un ambiente de trabajo más equitativo. Tener más mujeres en puestos clave también abre más espacios de formación y acceso a la tecnología, permitiendo que participen más en la innovación y el desarrollo digital.

La brecha digital entre hombres y mujeres no solo persiste, sino que se amplía en áreas clave como el uso de tecnologías emergentes. Esta disparidad amenaza el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 5, que busca lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas, y plantea desafíos urgentes para lograr una igualdad real en el ámbito tecnológico.

 

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