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ECONOMÍA| 01.02.2021

A la espera del euro digital  

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La digitalización ha calado en todos los ámbitos de la vida. Como no podía ser menos, la actividad económica es también, cada vez más, dependiente de la idea “digital”, explica Alberto Matellán, Economista Jefe de MAPFRE Inversión, “por lo que tiene sentido que implique cambios en el propio concepto de dinero”.

El Banco Central Europeo calienta motores y recientemente ha lanzado una consulta pública para conocer la opinión de los ciudadanos sobre una forma de pago que se dice más sencilla, universal, segura y confiable.

La inacción no es una opción

“Tenemos que estar preparados para lanzar el euro digital, si surge la necesidad”, expresó Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), quien recientemente ha situado su horizonte de creación en cinco años. Porque la decisión final no está tomada, si bien todo apunta a que podría anunciarse a mediados de este 2021. “La inacción no es una opción” es la expresión con la que Fabio Panetta, Miembro del Comité Ejecutivo del BCE, anticipa lo que viene.

La divisa digital pretende facilitar la vida a los ciudadanos y se plantea solo como “complemento al dinero físico”. “Pensemos que la moneda digital creada por bancos centrales, si pretende sustituir al dinero tradicional, en parte puede ser más eficiente, pero el mayor control supone una pérdida de libertad tan grande que muy difícilmente sería aceptada por una mayoría de ciudadanos”, explica Alberto Matellán, economista jefe de MAPFRE Inversión.

Y, en caso de que se extendiera su uso, “impulsaría la existencia de otras criptomonedas o dinero alternativo para eludir ese control”, advierte. Eso no impide que la tendencia sea, efectivamente, a que existan euros o dólares digitales, conviviendo con los físicos.

Rápida, fácil y segura

La rapidez de las transacciones, la facilidad de uso y de acceso dentro del territorio pan-europeo son algunas de las ventajas más visibles de la anhelada moneda, que acaba de ser objeto de consulta pública por parte del BCE.  La protección de la privacidad y sus estándares de seguridad fueron las dos ventajas más apreciadas por los ciudadanos europeos que participaron en la encuesta.  

Este proceso, cerrado hace unos días tras recibir más de 8.000 respuestas online, constaba de un cuestionario dividido en dos partes: una dirigida al público general y otra para miembros del sector financiero, tecnológico y del entorno académico, a fin de combinar la perspectiva de usuario con la visión experta. 

Innovación natural post-Covid

La introducción del euro digital respaldaría la digitalización de la economía europea y fomentaría activamente la innovación en los pagos minoristas. El momento actual resulta especialmente oportuno.

La COVID-19 ha cambiado “para siempre” los comportamientos de las compras en línea, según una encuesta realizada a unos 3.700 consumidores en nueve economías emergentes y desarrolladas. El análisis, titulado Covid- 19 y E-commerce, profundiza en cómo la pandemia ha variado la forma en que los consumidores utilizan el comercio electrónico y las soluciones digitales en países tan dispares como Brasil, China, Alemania, Italia, República de Corea, la Federación de Rusia, Sudáfrica, Suiza y Turquía.

Tras la irrupción de la pandemia, por encima de la mitad de los encuestados admite realizar más compras online, hacerlo con mayor frecuencia, y ve incrementada su confianza en la red. En España, según el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 23% de los españoles compró más online en 2020, hasta llegar a duplicar -según un reciente estudio de la consultora Kantar- su cuota de adquisiciones en red con respecto a 2019.

¿Divisa digital vs. Criptomoneda?

De cara al inversor, sobre todo minorista, las criptomonedas son un intento de crear un sustituto del dinero con determinadas características, que le impiden una aceptación masiva. Para MAPFRE Inversión, no suponen un activo recomendable, ni siquiera un activo en sí mismo. Esto no impide que parezcan estar consolidándose como una tendencia imparable que probablemente redefinirá nuestro concepto de dinero.

Si la criptomoneda tiene dos características determinantes -una cuantía limitada y mayor respeto por la libertad o privacidad de las transacciones, cualidades especialmente atractivas en determinados contextos-, la divisa europea luce la otra cara y será, por ende, una inversión recomendable y controlada por los guardianes del euro.

El uso del euro digital aportará a los ciudadanos los mismos niveles de confianza que el dinero físico, puesto que ambos tendrán el respaldo del banco central, que es algo de lo que las criptomonedas carecen.