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SALUD | 28.02.2020

El cambio climático y la comida ultraprocesada, las principales amenazas para la salud de los niños

Ningún país del mundo ofrece las condiciones sanitarias ni el clima que los niños necesitan. Así de contundentes son las conclusiones de un informe coordinado por la OMS, UNICEF y la revista científica The Lancet, que ha reunido a cuarenta expertos internacionales en salud infantil

El informe, A future for the world’s children? (¿Un futuro para los niños del mundo?), repasa los principales aspectos de la salud infantil y pone el foco en el cambio climático, la crisis ecológica y algunas prácticas comerciales perjudiciales.

Los autores del estudio han destacado el impacto del calentamiento global en el bienestar de los jóvenes. Si se confirman las proyecciones actuales y el aumento de la temperatura alcanza los cuatro grados para el año 2100, los efectos como la proliferación de nuevas enfermedades, olas de calor, malnutrición o aumento del nivel del mar, serán devastadores para los niños del mundo.

Por otro lado, algunas campañas publicitarias, que los autores del informe han calificado como nocivas, promueven entre los jóvenes el consumo de productos ultraprocesados y azucarados, así como de alcohol y tabaco. La obesidad infantil se ha multiplicado por once, pasando de 11 millones en 1975 a 124 millones en 2016, un dato que es difícil pasar por alto.

“La vida y la salud de los niños está en peligro”, explica Helen Clark, copresidenta de la Comisión y exprimera ministra de Nueva Zelanda, que invita a todos los agentes implicados a apostar de manera clara por el desarrollo sostenible y la protección de la infancia. Además, afirma que “no entendemos la magnitud ni la velocidad de la amenaza a la que nos enfrentamos”. En esta misma línea, Tedros Adhanom, director general de la OMS, insiste en la idea de que: “ningún país está haciendo lo suficiente. Podemos hacer más. Debemos hacer más.”

“Los países más desarrollados no son los más saludables”

La comisión de expertos ha querido recalcar que ningún país está tomando las medidas suficientes. Por un lado, las naciones más ricas son las que más contribuyen al cambio climático y a una mala calidad del aire, dado que son las más contaminantes. Por otro, las naciones pobres son las que más dificultades tienen para garantizar el bienestar de sus niños.

En este sentido, el informe aporta un índice internacional de bienestar infantil. Para elaborar este indicador –que analiza la información de 180 países- han tenido en cuenta elementos como la supervivencia, el nivel educativo y nutricional de los niños, pero también las emisiones de gases contaminantes y otros factores relacionados con la sostenibilidad. El estudio combinado de estos elementos (la protección de la infancia y del planeta) arroja una conclusión paradójica: los países más desarrollados no son los que mejor protegen la salud de los niños ni el planeta que estos heredarán.

Para poner freno a esta situación, la comisión hace un llamamiento a gobiernos, organizaciones internacionales y sociedad civil para llevar a cabo medidas urgentes, entre las que destacan la reducción de las emisiones de carbono, el desarrollo de nuevas políticas para proteger la salud de los menores, la regulación de las prácticas comerciales nocivas y la apuesta decidida por el desarrollo sostenible.