FINANZAS | 07.04.2020
Ojo con perder la rueda del mercado
Daniel Sancho
Responsable de Gestiones MAPFRE Gestión Patrimonial
En estos días de #YoMeQuedoEnCasa se ha estrenado un documental muy oportuno para amantes del ciclismo como yo y con un título que viene muy bien para hacer un paralelismo con el mundo de la gestión en estos días convulsos: “El día menos pensado”.
Un gestor cuando gestiona un fondo de inversión dedica infinidad de horas a estudiar los activos que va a incluir en su cartera, con el fin de lograr maximizar la rentabilidad-riesgo. Existen infinidad de estilos de inversión, una enorme cantidad de tipos de activos, fondos que miran con rigor ciertos índices, otros que hacen caso omiso. A esto se añaden múltiples variables en las que fijarse y una gran diversidad de escenarios en los que mirar para testar las decisiones tomadas. Pero ¿qué pasa cuando te enfrentas a un escenario que no se había vivido antes y las suposiciones que se habían tenido en cuenta podrían no haber sido las correctas?
Es entonces cuando llega ese día menos pensado, esa situación inesperada. En ese momento, los gestores tienen que demostrar su confianza, su experiencia, su fuerza (mental en este caso) para que no se les escape -si se me permite usar la jerga del deporte- la rueda del mercado.
La situación que nos acompaña es absolutamente extraordinaria, el mercado está mostrando su lado más esquizofrénico sin tener claro qué escenario descontar y cuáles serán las consecuencias del Covid-19. Controlar la carrera para cualquier equipo en este escenario es extraordinariamente complicado.
Todas las tesis de inversión que se podían haber realizado tienen argumentos racionales detrás y seguramente haya que repasarlo, pero lo más importante es mantener la calma y no dejarse llevar por el ambiente tan complicado que estamos viviendo. Una debilidad en un momento tan particular o tener el ánimo dañado en este entorno difícil pueden llevar a tomar unas decisiones sobre la estrategia que hagan que perdamos muchos minutos en la general.
Hay que tener en cuenta que los movimientos de los mercados acumulan muchas decisiones diarias que derivan en millones y millones de transacciones y, ahora mismo, el sentimiento de pánico e incertidumbre está consiguiendo que el precio de muchos de los activos no represente lo que verdaderamente valen. Desgraciadamente, hay muchas probabilidades de no elegir la rueda correcta.
Si ahora nos fijamos en el cliente final, en el partícipe de los fondos, la situación es incluso peor, ya que la inseguridad, el ruido, la incertidumbre, el pánico y demás connotaciones negativas que puedan ocurrir se van a ver acrecentadas. Los partícipes no son profesionales de esto y conseguir la fortaleza psicológica para relativizar los movimientos de mercado es prácticamente imposible.
No sé si se acuerdan de lo que le ocurrió a Tom Dumoulin, ciclista profesional holandés, durante la penúltima etapa de la Vuelta a España del 2015. Era líder de la general, pero no se sentó en el podio al día siguiente porque, en el penúltimo puerto de esa penúltima etapa, ya sea por un despiste, por falta de fuerza o por no tener un gregario donde poder apoyarse perdió la rueda del grupo de escapados.
Ahora es cuando realmente el partícipe va a saber si tiene un buen gregario donde apoyarse, un asesor financiero que le acompañe en su etapa más difícil. Aquel que nos transmita transparencia, confianza, seguridad y fuerza para que las decisiones que se lleven a cabo sean lo más acertadas posibles y se pueda seguir luchando en la complicada etapa.