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SOSTENIBILIDAD| 17.12.2021

¿Qué son las finanzas sostenibles y los criterios ESG?

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La sostenibilidad ha ido ganando terreno entre las preocupaciones de la sociedad, una demanda que multitud de empresas han escuchado y a la que han comenzado a dedicar sus esfuerzos, hasta ocupar en muchos casos un lugar central en sus actuaciones. 

En el mundo financiero, esto se ha traducido en las finanzas sostenibles o Inversión Socialmente Responsable (ISR), una tendencia en auge que consiste, básicamente, en tener en cuenta a la hora de invertir factores de sostenibilidad, y no solo la mera rentabilidad.

La sostenibilidad de una inversión se analiza en función de los criterios ASG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo, también conocidos como ESG por sus siglas en inglés). Son los siguientes:

 

Criterios medioambientales

Valoran cómo afecta la actividad de una empresa al planeta, con aspectos como sus emisiones de gases de efecto invernadero, que agravan el cambio climático, la contaminación y los residuos que genera o su utilización de los recursos naturales. Un buen análisis en ESG contempla tanto el impacto directo como el indirecto que tiene la labor de una compañía.

 

Criterios sociales 

La sostenibilidad es un concepto que debe ir mucho más allá del respeto al medioambiente. Una inversión comprometida socialmente pone la lupa en cuestiones como los derechos humanos, las condiciones laborales de los empleados, la igualdad de oportunidades, la inclusión de las mujeres en la organización, el propósito y la acción social o la protección de datos. Al igual que los criterios medioambientales se refieren al efecto en el planeta, estos examinan el impacto de una organización en la sociedad, hacia los empleados pero también hacia los clientes, las comunidades en las que está presente y otros grupos de interés.

 

Criterios de gobierno corporativo

Las buenas prácticas en la dirección y administración de una empresa son fundamentales para su sostenibilidad, y un factor importante para valorar su responsabilidad y compromisos. Se tienen en cuenta cuestiones como la transparencia, la rendición de cuentas, los métodos contables, la política de remuneración de los ejecutivos o la independencia del consejo directivo. No se trata exclusivamente de aplicar la ética en los negocios; tiene repercusiones económicas: las compañías con una buena gobernanza han demostrado alcanzar un mejor rendimiento en el largo plazo, y son mejor vistas por los inversores.

 

Los ESG se emplean de manera creciente para decidir las inversiones. Y, debido a los enormes recursos que canalizan las entidades financieras, pueden ser una herramienta muy potente para lograr una economía más sostenible.

Son criterios cada vez más institucionalizados, y son una tendencia que, si bien cuando comenzó hace décadas podía tener un carácter voluntario, se está convirtiendo en una práctica ineludible. Numerosos organismos internacionales han publicado sus pautas para orientar a las entidades inversoras, y los Gobiernos ya elaboran normativas de obligado cumplimiento. A partir de agosto de 2022, en la Unión Europea todas las entidades que trabajen en asesoramiento y gestión financiera deberán preguntar a sus clientes por sus “preferencias de sostenibilidad” antes de hacerles sus recomendaciones. Desde el sector llevan tiempo comprobando que las opciones con este enfoque tienen una mejor aceptación entre todo tipo de clientes.

Así, las finanzas sostenibles y los ESG se materializan en instrumentos como fondos específicos, bonos y préstamos verdes o capital de riesgo social, pero también, y cada vez más, como un filtro a la hora de decidir toda clase de inversiones. Es el caso de MAPFRE, que ofrece modalidades como el fondo Capital responsable, compuesto por empresas que destacan en su estrategia ESG, o el de Inclusión responsable, con firmas que apoyan a las personas con discapacidad; aunque de manera global ha decidido no invertir en compañías en las que el 30 % o más de sus ingresos provengan del carbón, o a no asegurar la construcción de nuevas plantas térmicas de carbón ni la explotación de nuevas minas de este material.

En la práctica, esta extensión del enfoque sostenible en las finanzas supone que una empresa no pueda vivir ajena a los valores sociales, medioambientales y de buen gobierno, pues se verá paulatinamente excluida de las fuentes de inversión, especialmente en los países más firmes con estos principios. De este modo los criterios ESG se están convirtiendo en una palanca de cambio para los sectores con más cuentas pendientes, y basta con pensar en los esfuerzos de compañías como las energéticas por mostrar sus compromisos medioambientales para darse cuenta de ello.

 

¿Cómo analizar el cumplimiento de los principios ESG?

Establecer unos principios para destinar las inversiones puede tener un indudable efecto positivo en el conjunto de la economía. Sin embargo, conlleva un reto mayúsculo: ¿Cómo analizar una compañía en base a esos principios? ¿Cómo garantizar que se cumplen?

Los indicadores ESG no siempre son fiables, indican los expertos, y ofrecen muchas diferencias entre ellos. Un buen análisis debe evitar atajos como el “greenwashing”, con empresas que con ciertas medidas logran ser etiquetadas como verdes sin ser realmente sostenibles. Este examen debe comprender una visión amplia, ya que por ejemplo las tecnológicas suelen obtener buenas puntuaciones, muy por encima de una compañía minera, pero los materiales que extrae esta última terminan en los móviles u ordenadores que vende la primera. Además, una aplicación poco flexible podría traducirse en que se retirasen fondos justamente donde son más necesarios, como sería el caso de una energética que está dando pasos decididos hacia las renovables pero está todavía en una transición que no podría recorrer sin ayuda externa.

A la vista de estas dificultades, las calificaciones y metodologías de inversión responsable y los profesionales especializados se han vuelto un activo muy valioso para las entidades que quieren avanzar en este camino. MAPFRE ha apostado por la creación de una base de datos ESG propia, y con ese objetivo adquirió en 2017 el 25 % de la gestora francesa La Financière Responsable, dedicada a las inversiones sostenibles. Con esta operación ganaba un equipo con décadas de experiencia en este campo y un sistema de trabajo contrastado y de calidad, en un campo que ya es toda una disciplina dentro del sector financiero.

En MAPFRE creemos que es importante apostar no solo por la rentabilidad financiera, sino también por la rentabilidad social. De hecho, pueden ir perfectamente de la mano, como demuestra el buen resultado que están registrando estas opciones”, afirma José Luis Jiménez, director general de Inversiones de MAPFRE. Y es que, lejos de estar reñidos, ambos conceptos pueden alinearse, lo que es, en definitiva, el objetivo de las finanzas sostenibles.

El Observatorio MAPFRE de Finanzas Sostenibles analiza anualmente la relevancia y las principales tendencias de este sector: