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SEGUROS | 06.03.2020

Una cobertura sanitaria universal conlleva el establecimiento de modelos de salud complementarios

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El principal objetivo de la mayoría de los gobiernos es dotar a la población de una cobertura sanitaria universal. ¿Es esto siempre posible en la sociedad actual? ¿Qué papel juegan los seguros privados de salud? El Servicio de Estudios MAPFRE junto a la Fundación MAPFRE analizan en un informe la situación de los sistemas sanitarios de varios países

La salud es un derecho fundamental cuya protección recae generalmente en los poderes públicos. En las últimas décadas, una de las principales preocupaciones de los gobiernos y los organismos internacionales ha sido garantizar la cobertura sanitaria universal de la población, es decir, que todas las personas puedan recibir servicios sanitarios de calidad sin que tengan que desembolsar grandes cantidades de dinero. A pesar de que se han conseguido importantes avances en este propósito, se estima que la mitad de la población mundial todavía no puede acceder a los servicios de salud que precisa.

El Servicio de Estudios MAPFRE elaboró un informe en 2018, publicado por Fundación MAPFRE, que analiza los sistemas sanitarios de varios países cuyos modelos, por sus características, pueden ser una referencia en el diseño de nuevas políticas públicas. También aborda el papel que los seguros privados pueden jugar en la atención de la salud de los ciudadanos.

Los modelos sanitarios

El papel del seguro privado en los países depende del modelo sanitario que se dé en cada uno. Los modelos tradicionales que han regido hasta ahora (como el bismarkiano, el liberal o el Berevidge) se están empezando a desdibujar para hacer frente a factores como el envejecimiento de la población y su consiguiente aumento del gasto público.

El informe observa que existe una tendencia a extender la cobertura sanitaria universal a todos los residentes de un país empleando variantes de los modelos originales o bien una combinación de ellos.

Los países analizados y sus prácticas

En el informe se analizan 11 países teniendo en cuenta una serie de indicadores y las características singulares de cada sistema. Se elaboró una clasificación para identificar la situación de cada sistema sanitario:

  1. Japón
  2. Singapur
  3. España
  4. Australia
  5. Francia
  6. Holanda
  7. Reino Unido
  8. Chile
  9. Estados Unidos
  10. Brasil
  11. México

El informe destaca las cinco políticas públicas que combinan estos países y que considera como ejemplos de buenas prácticas que han apoyado el objetivo de avanzar hacia la universalización de la cobertura de los servicios de salud para la población.

  1. Planes de ahorro para afrontar gastos en salud. Pensar en el ahorro a medio y largo plazo para afrontar los problemas de salud del futuro se ha considerado clave en la mejora de la atención médica de la población.
    El sistema sanitario de Singapur incluye un plan de ahorro para los ciudadanos con el fin de atender sus necesidades futuras de salud. Los ciudadanos cuentan con un fondo que se va constituyendo mientras están sanos para hacer frente a los gastos sanitarios futuros. Se trata de un sistema que combina el subsidio estatal de hasta el 80 % de la factura hospitalaria por enfermedades graves con un sistema de ahorro obligatorio.
  2. Incentivos a la contratación de seguros voluntarios. Con el objetivo de ampliar y universalizar la atención sanitaria, algunos países optan por la complementariedad. Para ello, establecen unos incentivos para la contratación de seguros voluntarios de salud que complementan la atención pública. Esto alivia la carga de los sistemas públicos.
    Un ejemplo de esta buena práctica es Australia, el incentivo se articula en forma de penalización a través del impuesto sobre la renta.
    En España, algunas empresas ofrecen a sus trabajadores seguros de salud complementarios a la cobertura obligatoria como incentivo laboral. Esto tiene ventajas fiscales.
    En Estados Unidos, Brasil y México también se establecen créditos fiscales para la contratación de este tipo de incentivos laborales, o bien por la contratación individual de seguros privados de salud. 
  3. Mercados y comparadores electrónicos. Los países en los que la penetración de los seguros privados es muy alta han regulado comparadores electrónicos para que el usuario pueda contrastar los precios y las coberturas de los seguros.
    En Estados Unidos, además de los créditos fiscales, se ha creado un mercado electrónico para facilitar la contratación y acceder a una mayor oferta. Existen plataformas digitales para la contratación de seguros individuales gestionadas por los estados o a nivel federal. Estos seguros deben por ley cubrir un mínimo bastante amplio de prestaciones.
  4. Fortalecimiento del rol de los seguros privados. En varios de los sistemas analizados en el estudio, la estrategia de universalización de la cobertura ha pasado por fortalecer el rol de los seguros privados de salud.
    El sistema sanitario holandés, por ejemplo, otorga cobertura universal a través de un seguro médico obligatorio gestionado por compañías aseguradoras privadas. Las compañías que deciden participar en este sistema están obligadas a garantizar un paquete básico para todos los asegurados.
    Estados Unidos estableció la obligación de contratar un seguro privado de salud para todas aquellas personas que no quedasen cubiertas por los programas para personas vulnerables.
  5. Corrección de los fallos del mercado. En los países con un sistema de salud con características del sistema de libre mercado, existen programas de protección pública para determinados sectores vulnerables de la población, que de otro modo no podrían acceder a una cobertura sanitaria. En Estados Unidos, este tipo de programas cubre a aproximadamente un 40 % de la población.

Retos del futuro

Los sistemas de salud en el mundo, con independencia del modelo que se dé en cada país, se enfrentan a enormes retos. El incremento generalizado de la deuda y los déficits fiscales, agravados por el incremento de gasto en pensiones y en salud debido al envejecimiento de la población, dificultan destinar más dinero público a la cobertura de la atención universal gratuita y de coste compartido.

Teniendo en cuenta los sistemas sanitarios analizados, el estudio destaca dos conclusiones:

  • Que el objetivo de avanzar hacia una cobertura universal ha conllevado el establecimiento de mecanismos complementarios.
  • Que estos esquemas de complementariedad han implicado una mayor participación del sector privado a través de estímulos a las empresas para participar en la cobertura sanitaria complementaria de sus empleados, o a través de una mayor participación de las compañías aseguradoras privadas en la prestación de servicios sanitarios.

El estudio concluye que para alcanzar una atención sanitaria universal la única opción no es una cobertura gratuita para toda la población residente. La gratuidad de estos servicios debe proporcionarse solo a aquellos sectores más desprotegidos para tratar de subsanar las deficiencias de cualquier modelo sanitario. Para el resto de la población, el objetivo de cobertura universal en ocasiones se traduce en un coste compartido.

Las políticas públicas deberían apoyarse en el ahorro y en la cobertura complementaria voluntaria de tipo empresarial y privada individual. De esta forma, los sistemas sanitarios podrán aliviar en parte el gasto público, así como destinar mayores recursos a los cuidados a largo plazo y paliativos.

Lee el informe completo.