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INNOVACIÓN| 28.04.2021

Hyperloop, una idea del siglo XIX con la que colonizar Marte

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Aunque viajar por el Planeta Rojo quede muy lejos, Hyperloop se ha convertido en el gran proyecto mundial de transporte que pretende cambiar el modo en que se mueve el ser humano.

Hay ocasiones en las que una idea del pasado puede convertirse en la piedra angular de un proyecto que tiene sus miras puestas en el futuro. Eso es precisamente lo que ha ocurrido con Hyperloop, el nuevo transporte impulsado por Elon Musk como alternativa a los que ahora se emplean en todo el mundo.

Este sistema de alta velocidad basado en cápsulas flotantes, que bebe de la vieja idea del ferrocarril atmosférico, se encuentra en los albores de su existencia. Es decir, está dando los primeros pasos para hacerse realidad. De hecho, las miras de Elon Musk están puestas mucho más allá de hacer de él el medio de transporte que será capaz de cambiar los límites actuales de espacio y tiempo, ya que considera que será el mejor modo para desplazarse sobre la superficie de Marte cuando el ser humano viaje y se asiente en el Planeta Rojo.

 

Hyperloop: un proyecto abierto

Sabedor de la necesidad de involucrar a numerosos participantes, tal y como sucedió con otros medios de transporte en el pasado -como el ferrocarril e incluso la aviación-, Elon Musk ha hecho de Hyperloop un proyecto abierto, ya que solo de ese modo podrá extenderse y convertirse en el medio de transporte más rápido y ecológico posible.

Ya sea porque se trata de un proyecto realizable o por el tirón mediático del fundador de Tesla y SpaceX, lo cierto es que investigadores y empresas de todo el mundo recogieron el guante del sudafricano y echaron a rodar sus propios desarrollos sobre la tecnología Hyperloop. A fin de cuentas, se trata de un proyecto muy jugoso, que llevaría a cualquiera de esas empresas a una carrera que tiene todos los visos de hacerse realidad.

Algunos nombres que ya se conocen en todo el mundo son Virgin Hyperloop One (EEUU), Hyperloop Transportation Technologies (EEUU), Hardt Hyperloop (Países Bajos), TransPod (Canadá) o Zeleros (España), ganadora de la competición que puso en marcha Elon Musk para encontrar el mejor diseño de un prototipo.

Todas ellas están empleando avances y tecnologías propias de otros medios de transporte, lo que está acelerando la búsqueda y el hallazgo de respuestas a los retos que van apareciendo. Un buen ejemplo de ello es el acuerdo al que ha llegado la española Zeleros con la multinacional aeronáutica Airbus, el cual tiene como objetivo desarrollar un sistema de propulsión cero emisiones para Hyperloop.

El objetivo a corto plazo

En este tipo de avances resulta muy importante marcar las etapas por las que se debe transitar para considerar que el proyecto ha llegado a buen puerto, ya que han sido muchos los que partieron como fantásticas ideas que iban a revolucionar el mercado y se quedaron en el camino.

En el caso de Hyperloop corre a su favor que el transporte más veloz en la actualidad es la aviación, la cual no se caracteriza precisamente por ser respetuosa con el medio ambiente. De hecho, si consiguiera una implantación mundial, pasaría a ser el modo más rápido que tuviera el ser humano de ir de un lado a otro en el planeta… pero con apenas emisiones contaminantes (se calcula que los gases de efecto invernadero se reducirían en 30 millones de toneladas solo en Europa).

Así pues, se podría decir que el objetivo a corto plazo pasa por crear los primeros recorridos -tal y como hace menos de dos siglos ocurriera con el ferrocarril-, demostrar su buen funcionamiento y la total seguridad para los pasajeros y, por lo tanto, poner las primeras piedras de un camino que se prevé largo.

No en vano, su éxito no solo dependerá de la evolución tecnológica, sino que también deberá afrontar otras batallas tanto o más importantes: por un lado, cumplir las regulaciones sobre el transporte que hay en cada territorio, y por otro, contar con el suficiente músculo económico. Solo así se superarán las primeras fases y se llegará a objetivos marcados en el medio plazo.

El objetivo a medio plazo

En el siguiente escalón, por lo tanto, será clave dar un salto cualitativo, de manera que la tecnología Hyperloop se consolide y pase a ser considerada el quinto medio de transporte. Para ello, como se ha apuntado, será necesaria la involucración de más compañías (capital privado) y el apoyo gubernamental de los diferentes países del mundo, ya que, a fin de cuentas, facilitará las comunicaciones entre sus ciudades más importantes.

Hay que tener en cuenta que no será un proceso rápido, dado que habrán de desarrollarse alrededor nuevos servicios asociados, nuevas infraestructuras e innovadores modelos de negocio capaces de atender la futura demanda.

El objetivo final

El objetivo final, para el que es casi imposible poner fecha, será la consecución de una red planetaria de tubos por los que transitarían las cápsulas moviéndose a 1.200 Km/h. El concepto sería similar a la red de metro que hay en muchas grandes ciudades, con la salvedad de que las paradas estarían a cientos de kilómetros, los cuales serían recorridos solo en unos minutos. 

Asimismo, una vez que Hyperloop vertebrara la superficie del planeta, se podría utilizar en una hipotética colonización de Marte -uno de los objetivos de Elon Musk es llegar al cuarto planeta del Sistema Solar con su proyecto SpaceX-. Claro que sobre la superficie roja no serían necesarios los tubos donde se crea el vacío, sino que las cápsulas podrían desplazarse sin la resistencia del viento, dado que allí no hay atmósfera.

Las ventajas que ofrecería Hyperloop

En definitiva, si se tienen en cuenta las ventajas que Hyperloop podría ofrecer, resulta complicado pensar que no va a salir adelante, ya que acabaría de un plumazo con algunos de los problemas que afectan al transporte en la actualidad.

 

  • Por una parte, sería inmune a las inclemencias del tiempo, dado que el transporte se mueve por tubos sellados herméticamente y que están construidos en acero.
  • No habría colisiones, ya que en el tubo solo hay espacio para un “convoy”. Asimismo, una vez que se pusiera en marcha, una inteligencia artificial orquestaría el funcionamiento sin dar lugar a errores humanos.
  • Aumentaría la velocidad de los desplazamientos hasta los 1.200 Km/h, lo que superaría con creces la media de los aviones de pasajeros, que suelen moverse a unos 800 Km/h. Tanto es así que solo en Europa se ahorrarían 75 millones de horas, lo que equivale a un impacto económico que rondaría los 1,6 billones de euros.
  • El consumo de energía sería bajo en comparación con trenes, aviones, coches o barcos, y además podría acumularse con el objetivo de estar funcionando continuamente, sin necesidad de parar en ningún momento del día.

Voces discordantes

No obstante, Hyperloop también se enfrenta a detractores y voces discordantes que encuentran poco adecuado el viaje de personas a tan altas velocidades metidas en cápsulas herméticas que se mueven por tubos de acero completamente cerrados. Argumentan que desplazarse tan rápido empleando el aire comprimido no solo provocaría mucho ruido, sino también molestas vibraciones que pueden ser causadas por cualquier desviación. Y a eso habría que sumarle la gestión en caso de averías o accidentes, posibles atentados…

Probablemente sean cuestiones parecidas a las que se hacían hace uno o dos siglos cuando se comenzó a utilizar el ferrocarril o a surcar los cielos con aviones. El reto, por lo tanto, estará en responder a todas ellas con garantías y que Hyperloop alcance el objetivo que se propuso su impulsor Elon Musk.