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TECNOLOGÍA | 19.05.2020

Drones contra la pandemia, una herramienta tan efectiva como controvertida

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La tecnología es una herramienta clave para afrontar cualquier problema y pocos hay peores que una pandemia, de modo que no es de extrañar que el uso de drones se haya disparado en los últimos meses, dado que aportan indudables ventajas en situaciones de confinamiento y distanciamiento social.

Numerosos han sido los países que han comenzado a emplear estos aparatos voladores para llevar a cabo tareas de todo tipo, desde el transporte de medicamentos, hasta el envío de tests de detección de la enfermedad, pasando por la vigilancia con el objetivo de que se cumplan las medidas de seguridad que los diferentes gobiernos han decidido llevar a cabo.

Sin embargo, su utilización no se encuentra exenta de controversia, ya que algunos de sus usos podrían suponer un ataque o menoscabo del derecho fundamental de la privacidad que cualquier persona debería tener.

Ventajas del uso de drones

Entrando de lleno en los usos citados anteriormente, se podrían englobar en cuatro frentes de actuación destacados, aunque todos ellos estén relacionados.

Control de la salud de los pacientes

Como no puede ser de otro modo, el empleo de drones para analizar el estado de salud de las personas es el más relevante, ya que no solo son capaces de realizar controles térmicos, sino que además llegan a interpretar cualquier posible síntoma.

En este sentido, proyectos como Vital Intelligence son capaces de realizar la medición de la temperatura, del ritmo cardíaco y de la frecuencia respiratoria de una persona a distancia. De este modo, eliminan el riesgo que corre cualquier sanitario cuando tiene que realizar esta tarea.

Así pues, los proyectos de este tipo no solo facilitan la atención de los enfermos que residen en áreas poco pobladas, de difícil acceso o con menores recursos médicos, sino que además resultan muy útiles para detectar a posibles enfermos en zonas urbanas donde tienda a acumularse gentío.

Cabe señalar al respecto que la tecnología no deja de evolucionar y este tipo de drones disponen de sensores inteligentes que pueden desentrañar acciones como toser o estornudar. Y esto es solo el principio, ya que los avances que se están realizando en Inteligencia Artificial podrían llegar a la detección de emociones, aunque ese es un ámbito en el que se está trabajando y donde habrá que que tener en cuenta todo tipo de consideraciones éticas y legales.

Envío de medicamentos

El segundo gran uso que se le está dando a los drones es el de transportar medicamentos. En este caso, también son los aliados perfectos para llevar medicinas y tests de COVID-19 a zonas en las que el riesgo de contagio es muy elevado o, como se ha mencionado anteriormente, a lugares de difícil acceso.

El objetivo no es otro que eliminar la posibilidad de contagio por parte de los sanitarios, ya que su trabajo y exposición diarios ya son suficientemente críticos. Esta práctica ha sido utilizada en China, siendo especialmente relevante el trabajo realizado en el Hospital de Xinchang, que estaba conectado mediante estos aparatos con el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Zhejiang, facilitando el transporte de medicamentos y ganando tiempo, dado que por aire el recorrido de la distancia entre ambos puntos se dividía casi por seis.

En el caso de envío de material, el uso de drones no es una novedad, ya que grandes compañías dedicadas al comercio online ya los estaban utilizando en algunas demarcaciones. En este caso, como comprobaremos más adelante, la normativa legal sigue teniendo mucho que decir.

Desinfección

El tercer gran uso de los drones pasa por desinfectar grandes áreas de un modo sencillo y ágil. Al igual que en la entrega de productos, estos dispositivos ya eran sumamente prácticos en la desinfección de zonas agrícolas y lugares de acceso complicado. Pues bien, esto se ha extendido a las poblaciones, de manera que se consigue evitar la intervención humana en los lugares más conflictivos. Un ejemplo de ello lo hallamos en España donde el Batallón de Transmisiones de la UME (Unidad Militar de Emergencia) ha estado utilizando drones para la limpieza y desinfección.

Control de la población

Estos drones también tienen otra labor: la de controlar que se está respetando la normativa excepcional surgida para detener la pandemia. Y al igual que España, en países como Marruecos, Estados Unidos o China, por poner solo algunos ejemplos, los drones se han convertido en una herramienta perfecta para detectar con facilidad a las personas que no están cumpliendo con las normas y, por consiguiente, poniendo en peligro a la población.

Generalmente, los dispositivos se limitan a monitorizar a la población y avisar de alguna práctica indebida mediante altavoz. Eso sí, ya existen modelos que se utilizan para conocer los parámetros de salud de cada persona (temperatura, frecuencia cardiaca…) y medir si el distanciamiento con respecto a sus semejantes es el adecuado.

Límites en el uso de drones

El principal problema con el que se encuentra el empleo de drones se halla en las libertades inherentes del ser humano, es decir, sus límites los marcan los derechos humanos.

En la situación actual, los estados tienen la potestad de anteponer la salud pública al derecho de privacidad de cada individuo. Sin embargo, una vez que las situaciones de alarma o de excepción se superen, las condiciones deberán volver a la normalidad.

Y es precisamente esto lo que limita el uso de aquellos drones que tienen capacidad para tomar imágenes (vídeos o fotografías) o inmiscuirse en la intimidad de cada persona -al menos en los países con regímenes políticos democráticos donde las libertades del individuo no se ven tan recortadas como en estados autoritarios o dictatoriales-.

Esto hace que los gobiernos tengan verdaderos quebraderos de cabeza pues generalmente no existe una legislación ad hoc o las que hay o no son todo lo completas que debieran, o no avanzan a la misma velocidad que la tecnología.

Y es que, el empleo de drones capaces de vigilar entra en confrontación directa con el artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,el cual establece el derecho a la vida privada como fundamental: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”. Y obviamente una grabación no consentida o la obtención de información relacionada con una persona es una clara injerencia.

Protección de los datos

En este sentido, la Unión Europea cuenta con un Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) que tiende a primar los derechos del individuo, lo que convierte a los países que la componen en una de las zonas donde más celo se tiene con la intimidad y privacidad de cada persona.

Y con respeto a los drones no iba a ser menos. Según publicó en Asuntos de Privacidad y Protección de Datos en el Uso de Drones, el Grupo de Trabajo del Artículo 29 de la propia UE destacó lo difícil que resulta conocer las capacidades de un dron, algo que no les exime de obligaciones a la hora de cumplir con la normativa. Y apuntó como conclusión que estos solo pueden utilizarse siempre que no incluyan el tratamiento de datos personales.

Así pues, teniendo esto en cuenta, el simple hecho de analizar la temperatura o el ritmo cardíaco de un individuo entraría en conflicto con el derecho a la privacidad.Y eso solo es un ejemplo, ya que cualquier dron preparado para ello podría no solo identificar datos biométricos, sino también controlar la situación de una persona sin su consentimiento.

Retos futuros

Una vez que se supere la pandemia de coronavirus, el principal reto en el uso de drones será, por lo tanto, encontrar un marco legal en el que existan los menores grises posibles. No cabe duda de que las ventajas y beneficios que esta tecnología proporciona son numerosas, pero tampoco de que podrían resultar herramientas de control impropias de un estado democrático. Por lo tanto, aún queda un largo camino por recorrer.