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ECONOMÍA| 22.03.2022

Los fondos de impacto social: una alternativa de inversión con la que mejorar el mundo

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Kimironko es un barrio de Kigali, la capital de Ruanda. Allí se sitúa la sede de Yak Fair Trade, una compañía agroindustrial y ganadera que se enfoca especialmente en los procesos de postcosecha y comercialización de productos a un precio asequible a empresas de alimentación y con especial atención en alimentos altamente nutritivos para niños, mujeres embarazadas y en periodo de lactancia. Su misión es, además, aumentar el sustento de los pequeños agricultores y mejorar la seguridad alimentaria de la comunidad.

Esta compañía cumplía con todas las características para recibir el apoyo de financiación por parte del Global Social Impact Fund (GSIF), un fondo gestionado por GSI y que nació con Santa Comba y MAPFRE como principales inversores. De hecho, MAPFRE AM asume el papel de asesor de inversiones.

En concreto, la empresa recibió un préstamo de 500.000 dólares en octubre del año pasado con el fin de atajar un problema social: el 75% de la fuerza laboral de Ruanda se concentra en la actividad agrícola. La mayoría de las personas dedicadas a esta actividad son pequeños agricultores que se enfrentan a una serie de dificultades que les impiden aumentar sus ingresos y mejorar sus condiciones de vida. La falta de espacios o instalaciones de secado para el grano hace que la cosecha esté expuesta a adversidades climatológicas como la lluvia, lo que aumenta el nivel de humedad de la materia prima, afectando a la calidad de ésta y dificultando su comercialización. Además, encontrar mercados donde poder vender sus cosechas es complicado para estos agricultores, lo que se agrava todavía más si el grano es de mala calidad. Con esta financiación se ofrece un apoyo a esta empresa que se abastece principalmente de pequeños agricultores (el 60%) que ven mejorar sus medios de vida y de sus familias. Pero es que, además, Yak Fair Trade forma a los agricultores en las mejores prácticas, así como en las tecnologías posteriores a la cosecha para evitar la pérdida de producción.

Esta es una de las inversiones de impacto que ha hecho MAPFRE, y no será la última, dado que es uno de los pilares estratégicos de su gestora, MAPFRE AM, pero también del nuevo Plan de Sostenibilidad 2022-2024 que anunció el Grupo el pasado viernes. Como indicó Antonio Huertas, presidente de MAPFRE, y aunque el orden de los factores no altere el producto, “el resultado final debe ser un planeta más limpio, protegido y sostenible, pero tenemos que priorizar las actuaciones que protejan e impulsen el desarrollo humano”. “Primero hay que proteger a las personas y después avanzar con todo lo demás. Es hora de que pongamos la S de Social, que es lo mismo que poner la P de personas, en primer lugar”, añadió. Es por eso que cambiamos la ESG, que responden a inversiones con criterios medioambientales, sociales y de gobernanza, por la SEG, dando prioridad a la S de Social.

Y es que, además, esta rentabilidad social no está reñida con la clásica rentabilidad financiera, más bien lo contrario. En el caso anteriormente citado, el fondo GSIF tiene un objetivo de rentabilidad anual de entre el 5% y el 8% y con liquidez anual a partir de 2024. Esto ocurre también con el resto de fondos que ha puesto en marcha MAPFRE. Entre estos destacan dos: el MAPFRE Compromiso Sanitario y el MAPFRE Inclusion Responsable. El primero se lanzó en abril de 2020, en uno de los peores momentos de la pandemia.  Es un fondo de impacto social que se creó en colaboración con la Comunidad de Madrid, con el fin de acercar el ahorro de los clientes a la financiación de un proyecto concreto de ayuda sanitaria. Para ello, se lanzó este producto garantizado a tres años que tiene como activo subyacente un bono emitido por la Comunidad destinado exclusivamente a la compra de material sanitario. Ofrecía una rentabilidad del 3% en los tres años pagadera a vencimiento en 2023, muy por encima del rendimiento del bono, gracias a la aportación adicional de la propia gestora cercana al millón de euros. De nuevo, se demuestra que la rentabilidad social y la rentabilidad financiera son perfectamente compatibles.

Pero ese nexo se demuestra todavía más en el MAPFRE AM Inclusion Responsable, un fondo que lanzó la gestora a finales de 2019 y que incluye en cartera a las empresas más comprometidas con la inclusión laboral de personas con discapacidad. En 2021, fue uno de los productos de toda gama que ofrece MAPFRE a sus clientes que mejor se comportaron el año pasado, con rentabilidades del 26,74%, batiendo con un margen importante al benchmark.

Son sólo tres ejemplos del compromiso de MAPFRE con la sociedad y, principalmente, con las personas. Y se va a seguir trabajando en nuevos proyectos. En este sentido, hay otro vehículo en marcha con el que se pretende luchar contra la malnutrición infantil y la pobreza y que verá la luz en los próximos meses. Y es que si trabajamos juntos para que vivamos y trabajemos en un mundo más inclusivo, más solidario y justo, se nos allanará el camino hacia una sociedad más sostenible y equilibrada.