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TRANSFORMACIÓN | 04.11.2020

La crisis, un máster de gestión emocional para inversores e industria deportiva 

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Entrevistamos a Luis García Álvarez, gestor de fondos de inversión de MAPFRE AM, autor y coordinador del libro Inversión y Deporte , que pretende ofrecer una herramienta para quienes compran activos en bolsa y para quienes toman decisiones en los clubes deportivos. En la conversación, detalla el trasfondo de la estrategia que aplican en el fondo MAPFRE AM Behavioral Fund, un fondo de inversión basado en la Economía del Comportamiento, que apuesta por el deporte y que es pionero en Europa en utilizar esta estrategia que integra en la economía conceptos provenientes de la psicología. En un contexto de gran incertidumbre, la experiencia y la paciencia son valores sólidos

Pregunta (P): Advierten de que el panorama de la industria deportiva ha cambiado, como tantos otros campos, debido a la Covid-19. ¿Cuáles son esos cambios?

Respuesta (R.): Sobre todo, lo que ha hecho ha sido acelerar cambios que ya estaban latentes en la industria y que, con esta crisis, han ganado algo más de velocidad: estamos hablando de buscar ingresos fuera del componente puramente físico, de lo que pueda ser la asistencia a un estadio o la venta de camisetas; es decir, tratar de monetizar los activos digitales. Estamos hablando también de una incorporación de inversores de un perfil más serio o profesional del deporte o del fútbol en concreto, y también de la mano de este segundo punto, que hayan llegado equipos gestores más preparados y más profesionalizados. Sí, esos factores que aparecían en la industria del fútbol unos meses antes se están acelerando a raíz de esta bajada de los ingresos y están agudizando la necesidad de tener más imaginación. En cuanto al consumidor, digamos que están cambiando las maneras de consumir el deporte, pero la necesidad de consumir deporte no es solo que se mantenga, sino que aún más fuerte que antes de la crisis.

P.: ¿En qué se parecen la bolsa y el mercado de fichajes?

Fundamentalmente en que, siguiendo un proceso adecuado, conociendo la psicología de las personas que componen el mercado y teniendo un horizonte temporal de largo plazo, uno puede conseguir comprar algo, ya sea un jugador para una plantilla o una acción para una cartera de inversión, a un precio inferior al verdadero valor de ese activo. Lo podemos decir de manera muy coloquial: comprar duros a cuatro pesetas o billetes de un dólar, a cincuenta centavos. Los dos mercados, tanto la bolsa como el mercado de fichajes, están compuestos por personas y eso hace que, en determinadas ocasiones, se comporten de manera irracional, y ahí es donde -si tenemos un proceso que seguimos de manera repetitiva y bien estructurado- podemos encontrar oportunidades.

P.: ¿Qué amenazas y oportunidades destacaría en este momento para ese nicho de mercado?

Por un lado, para el mundo de la inversión los últimos meses han sido un máster acelerado en gestión de nuestras emociones, en poner a prueba nuestro temperamento y nuestra psicología -que siempre digo que incluso es más determinante que las propias valoraciones y números de las empresas, que quizá están al alcance de muchas personas-, pero sin embargo ese control -como vimos en marzo o en abril, de no dejarse llevar por la pasión- ha sido más importante que nunca. Y, en el mundo del deporte está siendo algo parecido: digamos que la gran amenaza o el gran riesgo es la transformación en la manera en la que consumimos deporte. La buena noticia es, como hemos visto, la necesidad de las personas de hacer deporte, que ha salido incluso reforzada; recordemos que lo primero que se permitió cuando se levantó el estado de alarma más duro fue que saliéramos a hacer deporte, demostrando lo importante que es para la sociedad… Pero también es cierto que la manera en la que está consumiendo la gente el deporte, y sobre todo los jóvenes, está cambiando. Las empresas que operan en esa industria tienen que adaptarse.

P.: ¿Cómo aplican la inversión en valor? 

En MAPFRE Asset Management nos definimos como inversores en valor para el largo plazo. Fundamentalmente lo que tratamos de hacer a través de ese proceso repetitivo y diseñado de toma de decisiones, a través del estudio de la psicología de los inversores y a través de nuestra orientación al largo plazo, de nuestra paciencia, quizá una de nuestras grandes ventajas competitivas, es aprovechar esas oportunidades que, de vez en cuando, te da ese mercado. Aunque a largo plazo tiende a ser racional y eficiente, a corto nos ha demostrado que puede comportarse de manera irracional y podemos encontrar esas ineficiencias en forma de discrepancias entre valor y precio. Es decir, podemos comprar algo por un precio inferior al valor que creemos que tiene ese negocio. Y ligándolo con el deporte, pasa un poco lo mismo, lo que nosotros intentamos hacer como inversores es lo que algunos directores deportivos que han tenido éxito han tratado de hacer confeccionando sus plantillas de jugadores.

P.: Dicen que la parte psicológica generalmente complica su puesta en práctica con éxito. ¿Qué le pasa ahora a nuestro cerebro, tenderá a atarnos más en corto a la hora de invertir por miedo al futuro?

Totalmente. Al final se ha probado que la inversión en valor, o tener estos principios de inversión funciona a largo plazo, y la pregunta obvia es… Y entonces, ¿por qué no todo el mundo los sigue? Y la respuesta obvia tiene que ver con nuestra psicología. No todos somos capaces de dominar nuestras emociones, no todos somos capaces de ceñirnos a un proceso diseñado previamente y que muchas veces ponemos en duda cuando vienen las curvas. Nuestro cerebro, el cerebro humano, que es la estructura más compleja que existe, fue diseñado y programado hace muchísimos años cuando las necesidades de los hombres y las mujeres tenían que ver más con la supervivencia que con tomar decisiones que tengan que ver con nuestro dinero. Y ahora, muchísimos años después, nos tenemos que enfrentar prácticamente con la misma herramienta, porque el cerebro sigue siendo muy parecido, a decisiones que tienen que ver con nuestro dinero, que tienen un componente emocional muy alto. Y en ese sentido, como decías, estoy seguro de que durante meses, o incluso años, nuestro cerebro nos estará recordando lo que hemos sufrido durante estos meses de crisis y cómo hemos visto tener nuestras inversiones un comportamiento muy volátil. Contra eso tendremos que luchar también los inversores.

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