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SALUD | 13.07.2020

Laura Rojas-Marcos: “Para algunas personas, la pandemia ha sido una oportunidad para hacer un trabajo de crecimiento personal e incluso profesional”

Marta Villalba

Marta Villalba

Neoyorquina (1970) afincada en Madrid desde 2002, la prestigiosa psicóloga Laura Rojas-Marcos, como muchas otras personas, ha vivido momentos tristes por el coronavirus. Alejada de su padre, el eminente psicólogo Luis Rojas-Marcos, que reside en Nueva York, a la vez esta experiencia difícil también la ha unido más a sus seres queridos, al compartir con ellos sensaciones, aprendizajes e ideas. Esa comunicación la ha ayudado a no sentirse sola, y esta es una de las recomendaciones que da para superar problemas: “No hace falta tener a muchas pero sí que sean de calidad. Si cada uno identificamos quienes son esos allegados para nosotros, lo que a mí me gusta llamar personas tesoro, no deja de ser una caricia al alma”.

Doctora en psicología clínica, en su consulta se ha encontrado reacciones emocionales muy distintas durante la pandemia, especialmente pacientes con miedo, estrés, incertidumbre, angustia e inseguridad. Y precisa que “son respuestas normales, esto es, coherentes con la situación”, con este estado de tensión sin precedentes que “afecta no solo a las relaciones externas, familiares o laborales, sino también con uno mismo”. Independientemente de si se ha vivido de forma más o menos traumática, la psicóloga tiene claro que la pandemia está teniendo un efecto en nuestra percepción de la vida, la autonomía, la libertad y las relaciones, y a todos nos ha exigido, por seguridad y responsabilidad social, cambiar nuestros hábitos y rutinas y esto –señala— siempre es un factor estresante.

Para Laura Rojas-Marcos lo más importante para volver a la normalidad de forma segura es poner en práctica el protocolo de seguridad aprendido, del cual ya “hemos creado un hábito e incluso un automatismo, cuando sales automáticamente coges la mascarilla, cuando entras te lavas las manos, tienes tu gel…”. Cumpliendo siempre estas pautas, también ayuda el reencuentro con familia y amigos y ser conscientes de que esto es algo temporal, que la vida no va a ser así para siempre. “No es la primera vez que ha habido una pandemia, somos afortunados de que no es una guerra y no han faltado necesidades básicas. Hemos tenido acceso a electricidad, agua potable, alimentos y medicinas. No hay que perder eso de vista”.

Superar el miedo a salir de casa, la muerte o la merma de ingresos

A los que sufren del conocido como síndrome de la cabaña o miedo a salir de casa porque pueden contagiarse les aconseja adaptarse dando pequeños pasos. “Gestionar el miedo es afrontarlo, conectar con la parte que todos tenemos de coraje y valentía y seguir unas pautas que están asociadas al propio ritmo de cada uno. Avanzar poco a poco es algo que va a ayudar. No hace falta una terapia de choque y, de repente, si se tiene pavor a salir darse una caminata de cinco kilómetros”. Y pone un ejemplo: primero salir de casa, en vez de tomar el ascensor bajar por la escalera, llegar hasta el portal, y así, poquito a poco, progresar de una manera amable.

“Los que hemos perdido a seres queridos, y me incluyo, vamos a vivir un duelo quizás como un proceso más lento, y tal vez con momentos de una profunda tristeza, una mayor que la habitual en ese estado psicológico”. Para ayudar a superar esta ausencia a los que no hayan podido despedirse físicamente, Laura Rojas-Marcos recomienda llevar a cabo todas las ceremonias y ritos funerarios que no fueron posibles en el momento del fallecimiento con familia y amigos. También es importante hablar de ello, compartir esos sentimientos, frustraciones y tristeza para desahogarse.

Si bien la circunstancias de cada uno pueden ser muy diferentes, quienes hayan perdido el empleo, cerrado su negocio o reducido drásticamente sus ingresos por el parón de la economía, no pueden quedarse paralizados. “Me he encontrado a muchas personas que han tomado la oportunidad para aprender nuevas habilidades, apuntarse a cursos o incluso replantearse un cambio de profesión”. Apunta que esta situación nos ha obligado a hacer un trabajo de introspección y de apreciar lo que tenemos. “Ha habido personas que dentro de la tragedia han tenido momentos para hacer un trabajo de crecimiento personal e incluso profesional y de tomar decisiones importantes que a lo mejor llevaban arrastrando mucho tiempo. También es importante ver ese lado positivo”.

Pautas para tener unos hábitos mentales saludables

Más allá de los problemas que pueda haber causado el coronavirus, la psicóloga da algunas sugerencias que han demostrado científicamente que dan muy buenos resultados para tener una actitud positiva y enfrentar cualquier adversidad. La primera: poner el foco de atención en lo que uno sí tiene, no en las carencias. “Esto no quiere decir negar el problema. Siendo consciente de ello, se trata de centrarse en todo con lo que uno sí puede contar, siendo realistas. Esto provoca confianza y tranquilidad”.

Como propone la disciplina del mindfulness, es importante “centrarse en el presente, saber cómo vas a distribuir tu energía y tu tiempo en las 24 horas del día. Un buen punto de referencia para comenzar es la estrategia de las 8 horas, unas para dormir, otras para trabajar y el resto para ocio”. No es necesario llevar esta división de horas a rajatabla, cada uno tendrá una, explica Laura Rojas-Marcos. Lo que sí requiere es de una actitud proactiva y acometer un plan de acción. Y que este incluya “qué es lo que voy a hacer y cuáles son mis prioridades, es decir, la diferencia entre lo urgente, lo importante y lo que puede esperar. Aprender a priorizar también da la sensación y el poder de ser más resolutivo, eficiente y eficaz”, detalla la psicóloga.

En su lista de pautas a seguir para ver el lado bueno de las cosas, Laura Rojas-Marcos ve fundamental el autocuidado tanto físico como mental y ser conscientes de que el dolor tiene un final. Y si hace falta, saber pedir ayuda a quien nos la pueda dar, ya sea alguien cercano o un especialista.

Por último, propone un sencillo ejercicio que ella misma pone en práctica: antes de acostarse, anotar en una libreta las cosas positivas que le hayan pasado a uno o algún logro. Cuando hacemos esto, incluso cuando la jornada ha sido difícil, “nos vamos a la cama a dormir en un estado mental y emocional más agradable que si empezamos a rumiar, a caer en trampas mentales. Terminar el día así es una manera de ayudar al cuerpo y a la mente a descansar y afrontar el siguiente con más energía”.