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SOSTENIBILIDAD | 08.03.2024

Inma Shara, directora de orquesta: “Con determinación y pasión no hay fronteras”

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En los próximos años las mujeres subirán a los podios de las grandes orquestas. Así lo cree Inma Shara (País Vasco, 1972), una de las directoras de orquesta más reconocidas del mundo, una profesión con cada vez más talento femenino gracias a referentes como ella.

Su amor por la música comenzó desde muy pequeña. A los 4 años ya tocaba el piano, a los 27 años debutó por primera vez como directora de orquesta y a los 47 ha publicado un libro sobre el gran reto que supone liderar encima del escenario. Reconoce que su objetivo no es ser la mejor para los demás, sino para mí misma, trasmitir al público honestidad y sinceridad.

Ha dirigido orquestas tan importantes como la Filarmónica de Israel o la de Londres, siendo la primera mujer en dirigir un concierto en El Vaticano. ¿Qué ha sentido? 

Independientemente del escenario, la música tiene el poder de emocionar, de unir al público. Todo ello es lo que hace que ese momento sea algo único, lo que me ayuda a seguir con más fuerza, a superarme cada día, y a crear el ambiente adecuado para que todos salgamos reforzados.

En la actualidad no existen apenas mujeres que ejerzan como directoras titulares de orquestas. ¿Cómo ve el futuro de la música clásica?

La incorporación de la mujer a la orquesta ha sido un proceso lento y paulatino. Hoy, existe mayoría femenina en las plantillas, pero todavía queda por alcanzar el podio, es decir, que seamos más mujeres directoras, algo que estoy segura de que llegará, porque, aunque afrontamos obstáculos, hay mucho talento. Mi ilusión es que las niñas sientan que la dirección de orquesta es una profesión apasionante que conecta con el latido del público. Si una joven tiene el sueño de ser directora de orquesta, tiene que saber que con determinación, autoexigencia y pasión no hay fronteras.

INMA SHARA

¿Qué impacto tiene la música en la salud y en el desarrollo de las personas? 

Las ventajas son innumerables. La música es terapia, es un alimento para el alma, una herramienta que permite mejorar la comunicación, que nos enseña a gestionar el miedo escénico, a expresarnos en público, y que es clave para las personas que sufren enfermedad mental, ya que actúa como una medicina. En los más pequeños, la orquesta despierta múltiples habilidades porque les enseña a escuchar, a superarse a sí mismos a través de un instrumento, y a trabajar en equipo porque saben que necesitan al compañero para poder interpretar una pieza musical.

Cuenta con grandes reconocimientos. ¿Cómo valora su trayectoria? 

Todas las muestras de agradecimiento y de aprecio que he recibido a lo largo de mi carrera me han dado mucha fuerza para continuar, sobre todo con ilusión, integridad y coherencia. Mi objetivo no es ser la mejor para los demás, sino para mí misma, y trasmitir al público honestidad y sinceridad. En la orquesta cada uno tiene su propio latido dentro de la obra, y lo que le hace fuerte es justamente la entrega de las personas que la componen, quienes ponen al servicio del grupo sus cualidades artísticas, su energía, su generosidad. Más que grandes figuras buscamos personas comprometidas que quieran transformar y construir equipo. 

¿Cómo descubrió su vocación?

Desde muy pequeña conviví con el arte y tuve una formación académica muy completa. Practiqué la pintura y la danza, pero fue la música la disciplina que mayor presencia tuvo en mi vida. Empecé con cuatro años a tocar el piano y otros instrumentos. Se suele decir que la razón nos guía, pero los sentimientos nos movilizan. En mi caso, fui jugando con el arte hasta que sentí que de alguna forma debía canalizar todos mis esfuerzos en alcanzar el sueño de ser directora de orquesta. Una de mis virtudes es haber sabido aprovechar la oportunidad de dedicarme profesionalmente a la música, un alimento para el alma y la salud.

En alguna ocasión ha dicho que le gusta el sonido del silencio. ¿Cómo lo define? 

Vivimos en una sociedad que cambia a gran velocidad y muchas veces no sabemos parar y convivir con el silencio, con la autocrítica. Tendemos a compararnos con el exterior, pero considero que tenemos que ser más competitivos con nosotros mismos, no tener miedo al cambio porque es apasionante convivir con escenarios que no son predecibles. Creo que es fundamental aprender a convivir con el silencio y reflexionar sobre nuestras fortalezas y debilidades para poder despertar esas notas que no habíamos tenido en cuenta.

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