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INNOVACIÓN | 28.02.2020

Altavoces inteligentes, ¿asistentes o espías de voz?

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Cerca de 100 millones de usuarios de teléfonos inteligentes utilizarán asistentes de voz en 2020, según las predicciones de eMarketer.

Amazon Alexa, Siri de Apple, Google Assistant y Cortana de Microsoft son los más populares. Y gracias a la explosión de dispositivos conectados a internet, algo que se conoce como Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), la inteligencia artificial ha dado el salto a los entornos cotidianos con termostatos, electrodomésticos y altavoces inteligentes. Estos asistentes de voz incorporados en millones de dispositivos se comunican con los usuarios con un lenguaje natural.

Amazon, a la cabeza

En este entorno, la categoría que más ha aumentado es la de los altavoces inteligentes. El mercado mundial alcanzó los 28,6 millones de unidades en el tercer trimestre de 2019, según los datos de Canalys. En esa clasificación, Amazon encabeza las ventas, con 10,4 millones, lo que supone una cuota de mercado del 36,6 por ciento. Le siguen Alibaba (3,9 millones), que ha desarrollado el altavoz inteligente Tmall Genie, Baidu (3,7), Google (3,5) y Xiaomi (3,4).

Desde el Echo de Amazon o Google Home hasta el HomePod de Apple, estos dispositivos han ido ganando terreno rápidamente. Para 2025, se espera un crecimiento del mercado mundial de altavoces inteligentes de 13,5 mil millones de dólares, de acuerdo con los datos de Research and Markets.

Inteligencia artificial que comprende el lenguaje

Los altavoces inteligentes han proliferado en los hogares para realizar funciones, con solo pedírselo por voz, como reproducir música, activar o desactivar otros electrodomésticos, controlar los sistemas de hogar inteligente (temperatura, luces, persianas, mirillas…), buscar información general e informar sobre el tiempo y el tráfico, entre otras tareas.

Para comprender las órdenes de los humanos, estos dispositivos aprovechan dos vertientes de la inteligencia artificial. Por un lado, a través del reconocimiento de voz con algoritmos que transforman las ondas de sonido en palabras escritas. Por otro, mediante el procesamiento del lenguaje natural (PNL) que convierte el lenguaje humano en comandos de ordenador. Para reconocer la voz de cada usuario, en la fase previa de configuración del aparato piden una muestra con la que obtienen los patrones biométricos vocales (todos tenemos una única, como las huellas dactilares).

Del hogar a hoteles, colegios, hospitales, coches…

A la hora de adquirir un altavoz inteligente, hoy, los usuarios se ven obligados a elegir entre distintos softwares, como sucede con los teléfonos móviles, concentrados en dos sistemas operativos, iOS y Android. La disyuntiva: Alexa, de Amazon, o Google Assistant, del gigante de las búsquedas. Y de momento, no parece que vaya a cambiar. En lo que sí están trabajando es en unificar los distintos protocolos domóticos en el Project Connected Home over IP. Su fin es “aumentar la compatibilidad entre productos para el hogar inteligente, con la seguridad como un principio fundamental del diseño”, explican en la web. Un paso necesario para consolidarse en el hogar y dar el salto a otros entornos.

El potencial de estos dispositivos es enorme. “Se podría instalar un altavoz en cada habitación de una casa o un hotel, cada oficina de un edificio, cada aula de una escuela o cada habitación de un hospital”, señala un informe de Deloitte.

Es más, los fabricantes de coches también están añadiendo la compatibilidad con los asistentes de voz más populares.

Cuidado con la privacidad

Pese a su creciente adopción, los altavoces inteligentes pueden suponer una amenaza para la privacidad. Amazon y Apple han reconocido que tenían equipos de empleados escuchando las interacciones de los usuarios con sus asistentes de voz sin que estos lo supieran. La recopilación de datos parece ser así el principal objetivo comercial de estos dispositivos.

Además, es frecuente que estos dispositivos se activen accidentalmente con los diálogos de series o películas del televisor y graben varios segundos, en algunos casos cerca de un minuto, según un estudio de Northeastern University. Para generar confianza, los fabricantes están dotando a estos aparatos de un botón físico que desactiva el micrófono. Pero ¿qué sentido tiene apagarlo cuando en cualquier momento puede necesitarse?

Regular la inteligencia artificial

Pese a que la inteligencia artificial permite no solo esta interacción con el lenguaje humano y otros muchos usos revolucionarios, como diagnosticar enfermedades con gran precisión, cada vez más expertos advierten de la necesidad de construir un marco legal. “La IA está ampliando la desigualdad, colocando la información y el control en manos de quienes ya tienen poder y desempoderando aún más a quienes no lo tienen”, destaca un informe de AI Now Institute, un centro de Universidad de Nueva York. El documento señala que se requieren “cambios estructurales” para garantizar que los algoritmos no refuercen el racismo, los prejuicios o la falta de diversidad.

“La IA está ampliando la desigualdad, colocando la información y el control en manos de quienes ya tienen poder y desempoderando aún más a quienes no lo tienen”

Gigantes de la tecnología, como Google, Microsoft o IBM, abogan por regular la inteligencia artificial, según han manifestado recientemente. Otros expertos en esta tecnología coinciden en esta necesidad, pero ¿cómo debe llevarse a cabo? Ese es el reto. La Unión Europea y Estados Unidos ya están comenzando a desarrollar propuestas regulatorias para que la IA avance de forma apropiada, así que los esfuerzos para regular la IA están en marcha.